Termino el paseo con dos de los espacios más interesantes de Gijón. Comienzo por lo tanto está tercera y última reseña con una introducción conjunta a estos dos espacios, ya que con sus particularidades, creemos que tiene importantes puntos en común y sus diferencias también nos resultan interesantes para tratar de discernir entre dos formas distintas de enfrentarse al presente y al futuro del mercado del arte, un sistema cada vez más critico con modelos que se consideran anticuados y criticado por la gente ajena a lo que se denomina «circuito de galerías» ya que parece, son las únicas legitimadas para decidir lo que es ARTE (con mayúsculas), ya que aún ostentan el gran peso y control del mercado y yo creo, que por mucho tiempo.
Pero vayamos por partes y comencemos con aquellas características comunes (las cuales en Asturias también pueden extenderse a ATM-Galeria Altamira o al espacio ovetense gestionado por Guillermina Caicoya). Ambas galerías forman parte de ese mencionado «circuito de galerías» y su presencia es frecuente en algunas de las más importantes ferias de arte nacionales. Son conocidas y valoradas dentro del circuito artístico nacional de un primer nivel, a pesar de que en los últimos años no hemos contado con presencia de galerías asturianas en ARCO (si de artistas asturianos). Siento que mis palabras se centren es describir un mercado del arte caracterizado por su opacidad. Me resulta muy difícil, imposible, hablar de un arte mejor o en cierta medida superior a otros en función de su presencia en el mercado, en esas grandes ferias, pero es inevitable. Son la parte más dinámica del mercado artístico, aquellas obras escogidas por siempre cuestionados expertos (las galerías parecen delegar cada vez más el contenido teórico de las exposiciones a comisarios u otras figuras relacionadas con el mundo del arte), que forman parte del propio mercado y elaboran un producto artísitico de consumo en función a su gusto o a sus intereses especulativos.
Me guste o no me guste, como dicen por aquí, ¡Ye lo que hay!. Puedo estar más o menos de acuerdo con ciertos criterios, con ciertas valoraciones o incluso con ciertas formas de actuar, pero valoro enormemente la labor de todas y cada una de las galerías de arte asturianas, muchas para una región tan pequeña, aunque nunca las suficientes para satisfacer la demanda de espacio expositivo por parte de los artistas, en gran parte debido a la falta de compromiso por parte de las instituciones públicas.
Probablemente esta desidia hacia el arte por parte de lo público pueda haber favorecido la oportunidad perfecta para el afianzamiento de las galerías como agente principal para la difusión artística, y ello unido a su lícita (aunque cuestionada) visión mercantilista, les ha conferido prácticamente el monopolio de todo el mercado asturiano (con ciertas excepciones algo similar pasa a nivel nacional), lo cual entiendo que incordie a quien no tiene posibilidad de exponer con ellas, de que su obra sea expuesta en ferias y pueda pasar a formar parte de ese caprichoso, oscuro, codiciado y odiado mercado, formar parte del circuito artístico , poder vivir lo más dignamente posible de lo que verdaderamente te importa el ARTE.
Por el momento la cosa está así, hay quien dice que cambiará, el presente del arte está en manos de las galerías, de los coleccionistas, de los comisarios, de las ferias, parece que el futuro está en la red. Tanto Gema Llamazares como Espacio Líquido (también ATM-Altamira, Guillermina Caicoya y, siendo honrados, Aurora Vigil Escalera) han sabido aprovechar su oportunidad, cada una a su manera , y contribuir a divulgar al menos parte de la creación asturiana contemporánea.
Entro en Gema Llamazares, exposición colectiva titulada «Los espacios inventados» con obras de Elena Rato (Oviedo, 1979), Antonio Gil-Morán (León, 1959), Gabriel Truan (Madrid, 1964) y, casi me olvido de María Jesús Rodríguez (Oviedo, 1959). Lo cierto es que ese olvido me obliga a repensar todo lo que tenia previsto escribir sobre la exposición, pero afortunadamente se convierte en argumento a favor de mi sensación al ver la muestra.
Ganas de ver esta exposición, Elena Rato y María Jesús Rodríguez, son dos artistas que me gustan bastante, tenía pensado destacar una de las obras de Elena Rato, aquella que se proyecta sobre la pared, fuera de los limites del marco a modo de instalación, pero al recordar la obra de María Jesús Rodríguez, debo cambiar mi valoración. Recuerdo haber visto estas obras en una reciente exposición que tuvo lugar en el CMAE de Avilés. El lugar en el que se había realizado la instalación de María Jesús, por sus particularidades, potenciaba las formas y la verticalidad de unas obras que parecen ahogarse en el espacio de la galería, algo similar ocurre con la obra de Elena que parece constreñida por el espacio. La razón de no recordar quizás la mejor de las obras de esta exposición la encuentro en un intento irracional por recordar la pieza en el CMAE, y no la agonía de la misma en el espacio de la galería.
Quizás sean las obras de Gil Morán las que mejor se enfrenten al espacio ya que, las de Gabriel Trúan, por su verticalidad, unida a su situación cerca de las escaleras, potenciando dicho carácter quizás de forma pretendida, confiere a las obras cierta vaporosidad en contra de la rotundidad que adquieren las obras en el tratamiento de los fondos con tonos dorados que dotan a las obras una presencia que tiende a desvanecerse .
María Jesús Rodríguez
Elena Rato
La exposición cuenta con obras interesantes pero no se establece ningún dialogo entre las mismas y el complicado espacio parece interrumpir cualquier intento de comunicación, lo cual contribuye a crear en el espectador una cierta sensación claustrofóbica y a la vez un tanto aséptica.
En la misma galería, en el denominado Espacio 2, se ha reciclado una exposición de Federico Granell (Cangas del Narcea, Asturias, 1974), que había ocupado hasta el momento los dos espacios de la Galería. He de detenerme un momento ya que supone todo lo contrario a lo comentado sobre «Los espacios inventados».
La exposición titulada «La vida imaginada» es una de las exposiciones más completas que he podido ver en una galería asturiana este año, no por la calidad de las obras expuestas, que tambien. «La vida imaginada» supone un ejercicio de contextualización de la obra muy bien resuelto por el artista pero también por Natalia Alonso Arduengo activa profesional del arte asturiana, quien produce un texto que ayuda a contextualizar perfectamente la obra a través de una historia, no se recurren a planteamientos filosóficos, simplemente se acude a la experiencia de lo vivido. Esta muestra te sumerge en el propio universo del artista a través de los personajes que el mismo crea, pero no se limita a la representación. El artista representas escenas y escenografías en las que habitaron dichos personajes.
En un momento en el que la cultura parece enfrentarse a la industria del entretenimiento , a la cual parece que cada vez más sometida, esta exposición supone la imbricación perfecta entre ambos. La experiencia vivida en la visita es similar a la que puedan aportar otros medios artísticos más vinculados a ese carácter lúdico como son el cine y el teatro, y es que nada más entrar por la puerta de la galería, tras ver el álbum fotográfico rescatado de un mercadillo parisino, nos sumergimos en la historia inventada de esa familia, compartimos los espacios y los acontecimientos que ellos parecen haber vivido, como si nos convirtiésemos en protagonistas de un libro o de una pelicula, en la que el artista se limita a orientar con sus obras nuestra imaginación, a darnos las pautas básicas para adentrarnos en la historia narrada. A ello contribuye el aprovechamiento del privilegiado pero difícil espacio de la galería, sus inquietantes instalaciones que parecen reivindicar la propia vivencia de los personajes, sus pensamientos, sus miedos. El empleo de tablas y porcelanas procedentes de la antigua fabrica de loza de San Claudio, ayudan a que hagamos un poco más cercanas esas vivencias, con recuerdos y elementos que forman parte de nuestra propia memoria (resulta significativa la forma de trabajar por parte del artista, rescatando aspectos y elementos del pasado y dándoles una nueva vida).
Federico Granell
Federico Granell
Federico Granell
Ahora sí, termino mi paseo con una última parada en Espacio Líquido. Las ganas son muchas ya que hace tiempo que no acudo a esta galería y aquí me espera la exposición «Estructuras primitivas», una muestra conjunta de Job Sánchez (Ares, A Coruña, 1979) y Jorge Nava (Gijón, 1980), artistas cuya obra valoro en especial.
A ambos los llevo siguiendo desde hace ya bastantes años, sé más o menos lo que están haciendo y por ello me resultaba tan atractiva esta visita. De la obra de Job siempre he admirado esa sutileza en la aplicación de las manchas, de los colores, esas pinturas que rezuman frescura, y que transfieren al espectador la sensación de que el artista ha disfrutado pintando. Los últimos trabajos que he visto de Job me sugieren un estudio del espacio a través del juego, de la experimentación con un tangram. Lineas que delimitan campos de color, superficies que, a veces quedan en blanco y otras formas son tratadas con diferentes técnicas, o tratamientos pictóricos.
La obra de Jorge Nava por el contrario, es una obra visceral, pasional, grandes gestos, brochazos y manchas de color que, de alguna forma definen figuras o expresan sensaciones. Diferentes, casi opuestas, maneras de entender, de enfrentarse, a la creación, con resultados formales muy distantes pero que sin duda, como vemos en la exposición, se complementan a la perfección. De las últimas obras de Jorge, en las que la figuración cede protagonismo al propio gesto y al color a favor de una mayor expresividad, podemos decir que es la evolución lógica de su pintura hacia la abstracción si tenemos en cuenta algunos de los artistas que conforman la historia del arte, cierto es que las primeras obras de este artista , en las que experimenta esta búsqueda de lo abstracto, sin desligarse totalmente de referencias figurativas que caracterizaban su obra, nos parece precisamente eso, obras de experimentación, pero en la actual exposición, la obra más grande de las que ocupa el espacio central es quizás la mejor de estas nuevas obras, creo que ha conseguido alcanzar algunos de los logros que se insinuaban en obras anteriores. Podría decir que ya es una obra acabada, es decir, el gesto, el color , la composición y sobre todo la superposición de las manchas, muestran el dominio que el artista tiene de la pintura, y toda esa fuerza creativa, o más bien creadora, se canaliza a través del oficio y de la técnica.
Jorge Nava
Creo que en buena medida muchos de los logros conseguidos por Jorge Nava con esta obra, se potencian en el dialogo que se establece con la obra de Job, de la cual además de todo lo dicho, he de destacar el diverso y enriquecedor tratamiento de las superficies delimitadas por las lineas geométricas, desde las diferentes calidades (y técnicas) pictóricas empleadas, hasta la integración del collage. En definitiva , una muestra que nos deja con ganas de más pero que indica una de las características más importantes del arte asturiano actual, el compañerismo y el buen ambiente entre los artistas. Todo un acierto de exposición y todo un placer el disfrutar de la obra y del dialogo entre dos de las figuras más interesantes de la que también es mi generación.


Ahora sí termino, con una breve referencia a aquello que diferencia a estos dos espacios de referencia gijoneses, galería Gema Llamazares y Espacio Líquido, con una reflexión probablemente equivocada, sobre como estos se enfrentan a las exigencias del arte pero sobre todo del mercado actual. No voy a detenerme en el tipo de obra (soporte, estética o dimensiones), más bien me referiré muy brevemente a las diferentes estrategias expositivas o de posicionamiento que están llevando a cabo ambos espacios. Así simplemente decir que mientras Gema Llamazares parece seguir una estrategia de actividad constante, casi frenética, con un importante programa anual de exposiciones, en las que el arte actual más en boga en el panorama artístico nacional convive con algunas propuestas más consolidadas de artistas asturianos, Espacio Líquido ha reducido su presencia en ferias, cuando dicha presencia estaba totalmente consolidada, apostando por interesantes y exquisitas exposiciones pop up , en un espacio más reducido. Entiendo que su labor se centra más en el trato directo con el coleccionista, en lugar de una actividad más abierta al público los cual supone un mayor esfuerzo, principalmente a nivel económico pero también a nivel de exigencia en cuanto a carga de trabajo, que quizás no compense económicamente pero tampoco a nivel personal ya que la mayor parte de los días, los espacios expositivos permanecen vacios de público y clientes.
*Todas las imágenes han sido tomadas de la Web, principalmente de la página http://www.laescena.es